MEMORIA DEL IV FORO DE FILOSOFÍA
Publicada el 14 de diciembre de 2020 a las 17:45

IV FORO DE FILOSOFÍA: el sentido de la vida en los jóvenes
Ponente: P. Juan Jaime Escobar Valencia Sch.P.

Con el transcurrir del tiempo se ha delimitado el término “existencia” única y exclusivamente al hecho de vivir o de existir como seres humanos.

Si bien es cierto, el verbo vivir tiene dos acepciones, una biológica y otra existencial. La primera de ellas (aparentemente la que determina cuando hay vida y cuando no), es aquella definición a la que todos los seres humanos recurren para relacionar el verbo vivir; sin embargo, enmarca prácticamente la idea de vida física, material y en movimiento. Mientras que la existencial, se refiere a una toma de conciencia real que permite entender la aplicación del verbo ser como ente de vida, consiente de la existencia de un pensamiento que da sentido a la primera acepción del verbo vivir.

Actualmente, los jóvenes no son consientes de esa existencia que va más allá de la física del cuerpo amparada por la bilogía, esa existencia que traspasa las fronteras materiales y se concentra en el verbo ser. Desafortunadamente, se ocupan de las percepciones que tienen los demás sobre ellos mismos y terminan por desconocer el propio valor que llevan dentro de sí, que no es más que el verdadero sentido de la existencia, a lo mejor porque buscan respuestas donde no se han hecho verdaderas preguntas.

El ser humano se desenvuelve de manera permanente en un mar de preguntas. Preguntas sobre el clima, sobre política, preguntas económicas, preguntas académicas, sobre lo quiere ser o dejar de ser. Las preguntas y cuestionamientos rodean insistentemente la vida de las personas, pero estas no son conscientes de lo que implica, no solo preguntarse, sino responderse también.

Uno de los ejes transversales de este foro es hacerse la siguiente pregunta: “¿Cuál es el verdadero sentido de la existencia?”

La existencia es innegable, se siente todo el tiempo, en cada momento de la vida. En muchas ocasiones parece no tener sentido, o parece tener un rumbo equivocado, y es la misma conciencia la que permite volver a la existencia para entender que hay un motivo para vivir (ser).

Mark Twain, escritor estadounidense, llama la atención por su frase: “Los dos días más importantes de tu vida son: el día en que naciste y el día en que descubres por qué o para qué estás aquí”. Lo curioso de esta frase, es que los seres humanos pasan la mayor parte de sus vidas sin pensar en ello. Simplemente, cuando ven el fin de la vida muy cerca empiezan a tomar conciencia de la importancia, no solo de hacerse preguntas como ¿por qué y para qué existo?, sino de tener la capacidad y sobriedad para respondérselas a sí mismos.

Estos planteamientos rodean al ser humano, especialmente en las crisis existenciales. La filosofía, por ejemplo, hace las preguntas más importantes de todas a lo largo de la vida y para ello, el ser humano cuenta con la capacidad de trascendencia, entendida esta no solo como la religiosidad, sino como una experiencia que permite ir más allá de una barrera, pasar las fronteras mentales y sociales. Cuando se comprende que no solo existe lo que perciben los sentidos, se liquida la mentalidad de desmentir o negar todo aquello que no se toca o no se ve.

Por su parte, Stephen Hawking, permite evocar que el cosmos tiene leyes que cumple desde el inicio de su existencia. Entonces, surge el planteamiento ¿cómo de la nada aparece algo? Muchas teorías, incluyendo la de Hawking, que es muy plausible, han intentado responder a esta pregunta. Pero, no hay una sola de ellas que responda suficiente y sustancialmente a tal cuestionamiento.

La trascendencia aparece para ayudar al ser humano a comprender la fuerza divina que da vida al ser y a la existencia. La trascendencia permite aceptar que Dios no es una hipótesis falsa, por eso la presencia de distintas religiones en el mundo, cuya única finalidad es el entendimiento del milagro de la vida.

Al mirar alrededor en cualquier parte del mundo se muestran advertencias y evidencias de que Dios es el dador de vida y, por consiguiente, creador de la existencia. De modo que, es completamente normal plantearse la existencia de Dios, ya que los seres humanos no iniciaron la vida, son absolutamente incapaces de iniciar o empezar la creación de vida. Lo que si tienen, es la capacidad de reproducir o replicar vida, más no de fabricarla.

A esta andadura de reflexión se le conoce como trascendencia. Para los seres humanos debe volverse una rutina hacerse cuestionamientos de carácter personal y consiente como: ¿cuándo inició la vida? ¿por qué existo? ¿cuál es la razón de la existencia? Sólo así se lograría comprender el motivo de la existencia de cada ser humano, sólo de esta manera se trasciende del cuerpo a la mente, y, sólo de esta manera cobra sentido el milagro de la existencia (ser).

Para concluir, es indispensable reconocer que los seres humanos son únicos, irrepetibles, completos y esencialmente dignos de vivir una existencia llena de trascendencia. Los jóvenes están siendo llamados a vivir realmente este verbo desde la definición de existencia y no desde la biología. Es un reto para ellos, en una sociedad carente de valores, sumida en el inconformismo y la saciedad material, pero no imposible cuando las respuestas a dichos planteamientos salen desde dentro de su pensamiento, desde su propia conciencia que no es más que comprender el milagro de la vida como algo irremplazable.

Finalmente, cada ser humano tiene algo en particular que lo hace especial, que le permite trascender y que hace que los demás lo amen por esa particularidad que afortunadamente no se encuentra en alguien más. Ese es el verdadero sentido de sí mismo, de los demás y del cosmos, que no se puede percibir con los ojos (sentidos), sino que se contempla con el pensamiento, con la mente y con la conciencia. A cada uno de los jóvenes participantes de este foro se extiende la invitación a hacerse constantemente la pregunta sobre el verdadero sentido de la vida.

Luz Karime Botello Tolosa
Secretaria

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