QUINCUAGÉSIMA OCTAVA PROMOCIÓN DE BACHILLERES CALASANCIOS
Publicada el 4 de diciembre de 2017 a las 19:00

A ustedes calasancios, generación llamada a tener una misma alma y un mismo sueño, construido alrededor del encuentro entre hombres y mujeres; a ustedes jóvenes inolvidables, habitantes de nuestros mejores recuerdos, a ustedes este mensaje Calasanz 2017

Querida Promoción.

Han sido muchos los años en los cuales las experiencias vividas, unas llenas de entusiasmo, felicidad, otras de exigencia, compromiso , dedicación y tristeza han fortalecido sus vidas y lo seguirán haciendo, porque para cada uno de los niños y jóvenes que se forman en «Piedad y Letras» ser calasancio es una manera de vivir. Este año en que celebramos 400 años de la erección de la Congregación de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías es muy bello ver presente en la vida de ustedes los tres verbos del lema del año jubilar «Educar, anunciar, transformar»

Educarse, al estilo de Calasanz, va más allá de tener una excelencia académica, es por eso que en nuestro lema la importancia la tiene la «y», porque además de mostrar valiosos resultados de sus capacidades y aprendizajes, cada una de sus actuaciones son el reflejo de la transformación de Dios en sus vidas, del deseo de servir a los demás, de la fortaleza de mantenerse firme en unos valores cristianos, a pesar de las inconsistencias de la sociedad actual. Son un grupo de jóvenes que con esa hermosura interior que los habita, anuncian y anunciarán a ese Jesús amoroso, misericordioso, a quienes estén a su lado, mediante sus palabras, su modo de vivir y la entrega generosa a quien más lo necesite. Vivir más allá de su realidad individual buscando un mundo más justo y fraterno es lo que los llevará a lograr una autentica transformación de la sociedad, es muy hermoso haber descubierto la sensibilidad que tienen ante las realidades de los menos favorecidos, esto los debe acompañar siempre, más allá del éxito profesional y personal. Ustedes son multiplicadores de vida en una sociedad que necesita jóvenes auténticos. Recuerden siempre todo lo bueno que pueden descubrir de sí mismos, a través de la presencia amorosa de Dios, del que confía plenamente, del que observa la belleza en el interior. A partir de esa relación maravillosa con Él es que sus vidas tienen un sentido, una misión, la búsqueda del verdadero amor, de la entrega, la esperanza y el servicio.

Hace ya casi 13 años para unos más para otros menos, llegaban a nuestras aulas por la decisión de sus papás para educarse en Calasanz. Eran pequeños, frágiles, dependientes, vulnerables, necesitados de presencia y apoyo. De la mano de sus padres y maestros ya se han vuelto grandes, fuertes, capaces de dar apoyo a los demás y con algunas claridades para iniciar otra etapa de vida que mantendrá las bases de la familia y el colegio pero será construida por ustedes mismos

Confiamos en que lograrán sus sueños y que a partir de ellos serán capaces de hacer un mundo distinto, ese que anhelamos todos, pero por el cual se esfuerzan unos pocos. El logro de esos sueños está lleno de luchas, de ruidos externos que los invitarán a abandonarlos y adaptarse a una realidad que tiende por lo facilista, lo cómodo, por lo que necesita cero sacrificio y que les puede hacer perder su esencia. Recuerden el fruto de la dificultad será la grandeza de una obra, la de Ustedes alumnos calasancios que anuncian la entrega, el amor y la esperanza.

Amor que como calasancios deben vivir: un amor marcado por el abandono en la voluntad de Dios; un amor que busca en los hechos cotidianos, incluso en las dificultades, las huellas de un Dios que pasa; un amor al cual le duelen los que sufren; un amor que siente la responsabilidad de hacer algo por los que nada tienen; un amor marcado por el signo del compromiso, por la entrega , por el arriesgarlo todo; un amor que es diferente a los amores superficiales de nuestro tiempo; un amor que es otro amor, el verdadero.

Y Calasanz es una experiencia de amor, es el riesgo de un amor vivido hasta las últimas consecuencias.

A esto están llamados bachilleres calasancios, a ese amor de entrega, a dar todo por el otro, a poner al servicio de los demás, con preferencia a los más necesitados, a seguir llevando con profundo amor y no por orgullo el escudo del colegio, para contribuir con cada uno de sus éxitos a la transformación de la sociedad.

Esperanza que mira la realidad con todo su dolor, pero confiada en que al final de la oscuridad hay luz.

Esperanza con la serena certeza de que algo más grande nos sostiene y que a pesar del mal y todas sus obras, la última palabra la tiene la vida.

Esperanza en poder confiar en el otro, en esa realidad bondadosa que todos llevamos en cada uno de nuestros corazones. Esperanza que nos da la alegría de vivir, de superar el dolor, que nos da la fuerza para luchar.

Esperanza que mantuvo en San José de Calasanz con la seguridad de que su obra continuaría «Y aquí tenemos la esperanza de que, agotados todos los medios humanos, el Señor encontrará alguno para mantener nuestro Instituto».

Esperanza que les llevará a Educar, anunciar y transformar, donde quiera que vayan.

Queridos estudiantes, ya terminan una etapa en donde el mayor deseo cada uno de los miembros de la comunidad educativa calasancia, fue acompañarlos integralmente. Estoy segura que el tiempo vivido en el colegio los hizo sentirse en familia y experimentar aprendizajes de vida que les permitirán seguir creciendo en Piedad y Letras.

Gracias por los hermosos momentos compartidos, por el diálogo sencillo y amable en los corredores, en la salida o en la oficina de rectoría. Gracias por dar vida a mi vocación de maestra calasancia.

Dios los bendiga y San José de Calasanz los acompañe siempre.

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